La mansión de la Calle Dieciséis fue inaugurada en 1906, siendo su primera propietaria la Sra. Mary Foote Henderson. Desde esa fecha hasta la actualidad han ocurrido pintorescos sucesos que han enriquecido su historia, como por ejemplo, que fue utilizada por la administración del Presidente Sr. Roosevelt; y ocupada por la familia Straus que trabajó en este gobierno. Cuando los Straus dejaron el gabinete y el “Palacio Rosado”, como se le llamaba entonces a La Mansión de la calle 16, ésta fue ocupada posteriormente por otra personalidad del Gabinete de Gobierno hasta 1910.Posteriormente, esta residencia estuvo deshabitada por aproximadamente dos años. Durante dicho lapso, el arquitectoGeorge Oakley Totten, Jr, diseñó y construyó, por orden de sus dueños, la ampliación norte, manteniendo el estilo original de la mansión. La Sra. Field vivió en el Palacio Rosado hasta la edad de 84 años. Cuando falleció en 1937, heredó la casa su sobrina Catherine Spencer Hedí Beveridge, viuda del Senador de Indiana, el Sr. Albert Beveridge.
La Sra. de Beveridge, vendió la propiedad al Capitulo del Distrito de Columbia de la Orden de la Estrella de Oriente, en 1939.
Esta orden, siete años después, vendió el Palacio Rosado en enero de 1946, a la Sra.Loraine Boley Ingersoll, esposa del Dr. William Ingersoll, odontólogo de Washington. La Sra., Ingersoll alquiló la mansión a la Comisión Económica de Bélgica por dos años y después a intereses privados.
En la década de 1980 se renovó la mansión, se procedió con las reparaciones estructurales, se construyó un anexo y se cambia el color rosado exterior, por una fachada color marfil que se mantiene hasta la fecha. Desde entonces, ha sido sede de la JID y fue denominada “Casa del Soldado”, como se le conoce hasta el día de hoy.
En la Casa del Soldado, cumplen su trabajo, cuatro de los cinco órganos de la Junta Interamericana de Defensa (JID). Solo el Colegio Interamericano de Defensa (CID) desarrolla sus actividades fuera de este edificio, específicamente en el Fuerte Lesley McNair, del Ejército de los Estados Unidos de Norteamérica.
La Junta Interamericana de Defensa fue creada por órganos que constituyen los antecedentes directos de los órganos políticos de la actual Organización. Su creación se realiza como parte del naciente sistema de seguridad colectiva en el marco de la II Guerra Mundial. En ese contexto, se encarga a la Junta que actúe como órgano de preparación para la legítima defensa colectiva. Los Estados estiman, además, que la Junta es un organismo útil para el intercambio de opiniones y puntos de vista en materias militares y para fomentar una estrecha colaboración entre las fuerzas armadas de los Estados del Hemisferio.
En este contexto, en 1939 se celebra la 1ra. Reunión de Consulta de Cancilleres de Panamá para tratar asuntos relacionados con la defensa del hemisferio.
En 1940 se ve la necesidad de desarrollar la 2da. Reunión de Consulta de Cancilleres en La Habana, después de la invasión por parte de Alemania a los Países Bajos y a Francia lo cual provocó la preocupación de los Estados Americanos ante la eventualidad de un reclamo alemán sobre las colonias en América de los países invadidos. Esta situación originó la Declaración XV “Asistencia Reciproca y cooperación Defensiva de las Naciones Americanas” en la cual se reafirma el procedimiento de la consulta entre los Estados y se reiteraba el concepto de que “un atentado de un Estado no Americano contra la integridad o la inviolabilidad del territorio, soberanía o independencia política de un Estado americano seria considerando como un acto de agresión contra todos “.
Dos días después del ataque a Pearl Harbor ( 7 de diciembre de 1941 ), el gobierno de Chile, por intermedio de un cablegrama de su Ministro de Relaciones Exteriores dirigido al Presidente del Consejo Directivo de la Unión Panamericana, solicitó una consulta a los demás gobiernos sobre “la conveniencia de convocar con toda urgencia una Tercera Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de las Republicas Americanas para considerar la situación producida y adoptar las medidas mas adecuadas que reclaman la solidaridad de nuestros pueblos y la defensa del hemisferio”.
El gobierno de los Estados Unidos, por su parte, el 10 de diciembre de 1941 hizo conocer a la Unión Panamericana el memorando presentado a los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas en un sentido similar al de la propuesta chilena: “Ante esta situación, que constituye una amenaza a la paz, la seguridad, y la independencia futura del Hemisferio Occidental, parece muy conveniente una consulta urgente entre los Ministros de Relaciones Exteriores¨. La comunicación a la Unión Panamericana incluía una propuesta para que dicha reunión tuviera lugar en Rió de Janeiro en la primera semana de enero y un anexo con una Orden del Día.
Una Comisión Especial Encargada de los Preparativos para la III Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de las Republicas Americanas estudió las referencias propuestas así como otras sugerencias presentadas por los gobiernos de Chile, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela. El 16 de Diciembre de 1941 se propuso al Consejo Directivo aprobar las propuestas efectuadas por el gobierno de los Estados Unidos y que la sesión inaugural de la Reunión tuviera lugar el 13 de enero de 1942.
El Consejo Directivo aprobó las recomendaciones de dicha Comisión (17-XII-41) con lo cual el programa para la II Reunión de Consulta quedó sobre los siguientes temas: I. Protección del Hemisferio Occidental y II. Solidaridad Económica. Es aquí cuando nace la propuesta de la creación de la Junta Interamericana de Defensa por parte del Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica y figuró en la Agenda de la Delegación de dicha República para la Tercera Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores a celebrarse en Rió de Janeiro en 1942.
A fines de diciembre de 1941 y principios de enero del año siguiente, altos funcionarios de la Secretaria de Estado y de los Departamentos de Guerra y de la Marina efectuaron una serie de reuniones con objeto de determinar la referida Agenda.
El 27 de diciembre de 1941 el Departamento de Estado hizo conocer al Ejército una copia del proyecto de aquella. En síntesis contenía: Primero, la invocación de la declaración adoptada en la Conferencia de la Habana en Julio de 1940, titulada Cooperación y Asistencia Recíproca para la Defensa de las Naciones de las Américas; segundo, el establecimiento de una Junta Interamericana de Defensa, constituida por representantes de las Fuerzas Armadas de cada una de las Repúblicas Americanas a reunirse en Washington con el propósito de definir y coordinar medidas de protección y defensa esenciales; y tercero, el establecimiento de Juntas de Defensa regionales, similares a la ya existentes Junta de Defensa Conjunta de los EE. UU. y Canadá y la proyectada Comisión Conjunta de Defensa de EE. UU. y México .
El día 3 de enero de 1942, por su parte, el Ejército y la Marina a través del Gral.Marshall y Almirante Stark hicieron conocer al Señor Summer Welles, Subsecretario de Estado y Jefe de la Delegación Estadounidense a la reunión de Río de Janeiro, los objetivos de sus respectivos departamentos. En ese sentido el pedido del Jefe del Estado Mayor fue:
- Declaración de guerra por todas las Republicas Americanas a todos los miembros del Eje.
- De no ser posible esto, ruptura de relaciones diplomáticas con las potencias del Eje.
- Conformidad para permitir el movimiento de la Fuerza Aérea de los EE.UU. a través del territorio de cada una de las Republicas Americanas con previa comunicación en tanto fuera practicable, pero sin que ello fuera un requerimiento imperativo.
- Conformidad por cada una de las Repúblicas Americanas que no lo hubiera ya acordado, de permitir la entrada en o a través de su territorio y el estacionamiento dentro del mismo de los destacamentos esenciales de base, mantenimiento, comunicaciones, y meteorología con sus propios equipos y elementos locales de seguridad esenciales para el apoyo logístico de las aeronaves de operación.
- Conformidad por cada una de las Republicas Americanas para ceder a las fuerzas de los EE. UU que entren o atraviesen sus respectivos territorios de acuerdo con las conformidades arriba mencionadas, y durante el curso de operaciones en defensa de e este hemisferio, el uso de todas las instalaciones que dichas fuerzas requieran.
La Marina por su parte, además de acordar respecto a los dos primeros puntos, pedía en relación a sus propias necesidades entre otras cosas:
- Definida seguridad de colaboraron naval por parte de los países latinoamericanos, para proteger sus propias aguas.
- Irrestricto uso de las facilidades portuarias para operaciones navales de los EE.UU.
Los Departamentos de Guerra y de la Marina objetaron la creación de la Junta Interamericana de Defensa y los respectivos Secretarios (Stimson y Knox) pensaron que habían logrado persuadir al Presidente Roosevelt en el sentido de eliminar ese punto de la Agenda. Las objeciones del Ejército, fueron numerosas. Seria un cuerpo demasiado grande difícil de manejar para lograr una acción efectiva; los asuntos militares Latinoamericanos exigían acción inmediata y el establecimiento de la Junta consumaría mucho tiempo; no seria posible discutir planes secretos ante un cuerpo tan grande; los miembros de la Junta carecerían de autoridad para ejecutar las medidas adoptadas; la Junta absorbería el tiempo a hombre de gran calibre que se necesitaban urgentemente para deberes mas apremiantes. Quizás mas que nada el Departamento de Guerra temía que los Latinoamericanos trataran de utilizar la Junta como medio de imponer sus demandas de municiones de los EE. UU.
El Departamento de Guerra se opuso también a la creación de las Comisiones Regionales. Por el contrario, el Ejército deseaba invocar los acuerdos del Estado Mayor de 1940, revisarlos y ampliarlos según fuera necesario en negociaciones bilaterales. Acuerdos bilaterales, sostenían el Gral. Marshall y sus asesores, constituyen el mejor medio para obtener la cooperación que no este todavía en vigencia. Los acuerdos bilaterales que ya existen son razonablemente satisfactorios si se hacen las gestiones necesarias para ponerlos en vigencia, sin demora, cuanto la necesidad se presente.
A pesar de las objeciones y de la convicción de Stimson y Knox de haber persuadido al Presidente Roosevelt, Sumner Welles, poco antes de su partida insistió, ante el Presidente, sobre la conveniencia de crear la JID, logrando su decisión favorable. A raíz de ello fue definitivamente incluida en la Agenda la creación del mencionado organismo.
Welles, además tuvo que asegurar a los Departamentos de Guerra y de Marina antes y después de la reunión de Río de Janeiro, que la propuesta Junta no tendría funciones ejecutivas o responsabilidades en la defensa del Hemisferio y que su trabajo no interferiría la continuidad de acuerdos bilaterales en asuntos militares entre EE.UU. y sus vecinos sureños. Para el Departamento de Estado era importante, desde un punto de vista político proveer un canal a través del cual todas las Repúblicas Americanas, grandes y pequeñas, proveerían sus vistas y recomendaciones.